Cambiando la cultura de aprendizaje
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La forma de aprender es como la lava de un volcán que avanza constantemente, emerge intempestivamente pero una vez que se acomoda y que llega la aparente calma, surgen nuevas maneras, nuevas formas, se crean espacios diferentes y estilos irreverentes. Esto es precisamente lo que ocurre en este momento en la educación, es época de cambio, pero no un cambio gradual y superficial, sino un cambio agresivo porque surge de las profundidades. Desde un cambio en los estilos de aprendizaje, pasando por ambientes diversos y una cantidad de información desbordante hasta un cambio en la forma de enseñar a aprender.
Los chicos de la generación millenium aprenden a su ritmo, acomodados en ambientes que a nosotros nos hubieran resultado incómodos: la cama, un sillón, la escalera, la calle, el auto, etc., utilizando dispositivos electrónicos con información tan abundante que desinforma. La rapidez con que asimilan datos es sorprendente, no requieren que les demos una fórmula, no necesitan conocer el ciclo de Krebs o cómo elaborar un video o crear un juego, todo eso lo encuentran con un click en internet y en tan sólo pocos minutos o incluso segundos. Conocen atajos para llegar al conocimiento, son creativos, ingeniosos y retadores, ya no se quedan solamente con lo que tú les digas, te cuestionan, investigan y te meten en apuros.
Esos chicos son el reto de hoy para la educación en México, porque no estamos preparados para ir a tal velocidad. El profesor ya no es la figura que tiene el poder absoluto en el aula, ellos van más allá. El reto de hoy es adaptarnos a su estilo y aprender de ellos, es tener soltura y flexibilidad para permitir nuevos estilos de enseñanza-aprendizaje, es encontrar el equilibrio entre qué es útil y qué es necesario, es enseñarlos a analizar, a ser críticos, a ser selectivos, a filtrar y descartar información sin fundamento, a tener pensamiento científico, a desechar mitos y encontrar respuestas, a hacerlos éticos y responsables.
La información está ahí, sumergida entre millones de artículos, libros, revistas, blogs, páginas web, etc., en ese mundo de internet al que cada vez más personas tienen acceso y al que los chicos de la generación millenium pertenecen ¿Qué hacer con ella? ¿Cómo utilizarla para los fines que mejor convengan? ¿Cuál es la mejor estrategia para que los chicos le den utilidad a esa información con fines benéficos y útiles, respetando y ayudando a los demás? ¿Cómo adaptarnos a su mundo? ¿Quiénes tienen más qué aprender, ellos o nosotros? Esas son unas interrogantes que en este momento quedarán en el aire.
