Sobre los tibios

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La complejidad de la existencia en ocasiones demanda tomar acciones tajantes. El orden social, a veces, exige a los individuos, en cuestiones de profesión, enfocarse en una disciplina en específico, trabajarla y llegar a cierto grado de perfeccionamiento. En materia de reputación y currículum vitae es premiado aquel cuya trayectoria está fuertemente marcada hacia una ruta clara y específica.

Sumado a la inexperiencia propia de la juventud, la presión de elegir algo que determinará varias cosas del resto de nuestra existencia, seleccionar una carrera se convierte en una tarea difícil, sobre todo para aquellos que no somos asiduos a los extremos y que no estamos seguros del camino a seguir.

Visto desde un panorama estricto, parecería ser que el “equivocarse” de vocación es una gran desventaja, ya que se ha perdido tiempo valioso desarrollando actividades para una carrera diferente de la que en realidad se busca seguir, trabajar y perfeccionar.

Incluso una vez elegida una disciplina se evalúa como la mejor opción el enfocarse en temas específicos dentro de esta.

Con este panorama en mente resulta apremiante elegir algo, no cometer errores y trabajar de inmediato en ello.

Aquellos con la cabeza en el aire y varias pasiones pueden verse como tibios, a algunos les da la impresión que falta compromiso y ambición de su parte.

Existen personas cuya filosofía es “nunca es tarde para empezar”, positivos, con muchos sueños, idealistas. Según su manera de ver las cosas el individuo podría equivocarse de rumbo una y otra vez hasta conseguir aquello que lo convence.

No creo que exista una respuesta correcta y un solo camino a seguir. Cada experiencia es distinta. Cada individuo percibe la vida de manera diferente. Lo que si debería existir es mayor información respecto a las opciones que tenemos y un mejor conocimiento de uno mismo. Y después de esto ser objetivos, aceptar lo que tenemos y lo que podemos modificar y elegir no solo por pasión sino también con un realismo honesto.

Arquitectura y naturaleza: La casa en el paisaje

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En este artículo escrito por Achillina Bo mejor conocida como Lina Bo Bardi para la revista Domus se trata el tema de la integración de la arquitectura al medio natural.

La arquitecta comienza describiendo el estilo al que se ha llegado debido a las corrientes de pensamiento que básicamente llevaban a crear superestructuras decorativas influenciadas con principios muy propios del formalismo académico del siglo XIX dando como resultado ‘formas fijas sintetizadas en un esteticismo superficial’ independientes a las condiciones del clima, ambiente, suelo y vida. Mismos elementos que, al contrario de esta corriente, son el eje en la arquitectura rural.

De dicha arquitectura abundan ejemplos por todo el mundo, construcciones con una correspondencia perfecta con la vida del hombre.

En la arquitectura moderna se ha creado una correspondencia entre técnica, estética y función para así establecer una relación estrecha entre la casa, la tierra, la vida y el trabajo. Las condiciones naturales del sito específico donde se encuentra la casa determina el diseño de la misma. De esta manera esas construcciones surgen como una respuesta sincera, determinada por el sitio y las medidas del humano. Otro elemento que la arquitectura moderna ha tomado de la construcción rural es la pureza de su forma. Diseños primordiales de formas espontáneas  con un sentimiento “puro” sin “folclores regionales” devuelven a la casa el valor de la construcción pura. 

 

El ornamento y lo honesto

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Tal como la inclinación del ser humano hacia el mal existe cierta propensión de éste hacia expresarse y manifestar su sentir de maneras diversas.

Como menciona Adolf Loos en Ornamiento y delito:  “El impulso de ornamentarse el rostro y cuanto se halle a su alcance es el primer origen de las artes plásticas”.

El ser humano no solo vive para saciar sus necesidades básicas, es un ente lo bastante complejo como para buscar la expresión, para ornamentar, tal y como comenta Loos.

A través del curso del humano en la tierra se han creado diferentes estilos, corrientes y cánones estéticos. En cada época algo se ha aportado a la historia y a la humanidad, no solo en el ámbito artístico y arquitectónico sino en las idiosincrasias y maneras en las que las sociedades trabajan.

Ciertas formas de expresión son juzgadas y condenadas, existen ciertas reglas y cierta ética en el arte y la expresión.

Las masas se van separando con base a no solo aspectos socio-económicos sino estéticos también. Un claro ejemplo son los tatuajes, que dependiendo del contexto pueden ser relacionados con criminales y degenerados o vistos como mero rasgo cultural como ocurre con los pueblos de Papúa.

Desde hace unos cuantos años, a partir de cambios drásticos en la ciencia, tecnología y sociedad la arquitectura se ha modificado.

A raíz de la segunda guerra mundial surgió la necesidad de fabricar espacios habitables, de economizar y hacer refugios de manera más eficiente, es gracias a esto que en algunos lugares se deja de fabricar arquitectura decorativa con arraigados principios academicistas y se empieza a responder de manera más honesta a las necesidades del hombre perteneciente a un siglo repleto de cambios y tecnologías anteriormente no conocidas.

Lo que el hombre del siglo XIX aporta a la humanidad es la desaparición del ornamento. Es espectador y el actor principal en una revolución estética, una reanudación mental que nos coloca en una nueva época, dejando atrás la necedad de colocar objetos y ornamentos de tiempos pasados que no hablan el mismo lenguaje que las arquitecturas, diseños y mobiliarios que necesitamos en la actualidad.

Es admirable lo que se ha creado en otros tiempos y tiene un alto valor. Sin embargo no se debe dejar de lado la reflexión y el avance que nuestros antepasados han realizado. Debemos mirar hacia atrás con mente crítica, para aprender de lo bello y lo no tan bello y crear un futuro sincero, honesto, justo para los humanos que se desarrollen en él.

Fuentes

Ornamento y Delito de Adolf Loos. (n.d.). Retrieved May 11, 2018, from https://www.disenoyarquitectura.net/2009/05/ornamento-y-delito-de-adolf-loos.html

Cuestión de talla, no contexto

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La arquitectura de un lugar mucho depende de diferentes factores entre ellos la tecnología, contexto y materiales.

Debido a los adelantos tecnológicos la forma en la que se crea arquitectura se ha modificado. Desde hace un poco más de cien años se han utilizado materiales y tecnologías que favorecen la creación de estructuras de gran escala, esas a las que llamamos- como diría Koolhaas- edificios grandes, aquellos que parecen multiplicarse por todas partes del globo, que son similares a pesar de estar en contextos sociales, políticos y climatológicos muy disimiles.

Dichas masas, debido a su magnitud y la falta de criticismo en su concepción han sido espacios que se pretenden tratar como cualquier tipo de arquitectura. Sin embargo las mismas estructuras dictan lo contrario, los edificios grandes salen de proporción, las escaleras ya no son lo más factible en cuestión de circulaciones, la ciudad se vuelve un mero contenedor con poca relación con el edificio, se crea una identidad extraña, mezclada. Intentando encajar o no en el contexto de una ciudad y crear espacios adecuados para su uso en el interior.

Como menciona Koolhaas en su escrito “Delirio de Nueva York” los edificios entran en un ámbito amoral debido a su tamaño, su impacto no depende de su calidad.

Soy partidaria de la utilización de la tecnología para mejorar la vida, la arquitectura, la ciudad sin embargo pareciera que los adelantos tecnológicos y la capacidad crítica de la mente de los aquellos responsables de los edificios no van a la par, pareciera que aún no está resuelta de manera adecuada la relación entre integración y concentración.

Nos queda preguntarnos y proponer soluciones para crear arquitecturas integrales, flexibles pero con carácter. Pensar en cómo solucionar los edificios y crear o modificar aquella disciplina que se encargue de proponer resultados coherentes respecto a la concentración e integración.

Coherencia, forma nueva y vida nueva ¿Cómo deben ser los interiores de una espacio para que exista una correspondencia coherente entre forma y vida?

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A partir de cambios sustanciales en la sociedad, la industria y en general la manera de vivir, durante el modernismo se plantean nuevas teorías y formas de diseñar y percibir la arquitectura. Debido a dicho cambio surge la necesidad de generar diseños, específicamente de interiores y mobiliario de tal manera que respondan y se adapten a la nueva forma de vida.

El arraigado gusto por el academicismo impidió se generaran soluciones adecuadas, que mantuvieran un vínculo entre el diseño interior de la arquitectura y su exterior. Como resultado de esta falta de sensibilidad los diseñadores y la industria no llegan a tener contacto alguno. Esto genera productos carentes de soluciones adecuadas y artistas dedicados al arte por el arte, a una vida ficticia y una estética estéril.

El artesano es sustituido por la máquina. Surge una oportunidad para que arquitectos y diseñadores realicen diseños teniendo en mente el potencial de las máquinas sin menospreciar la relación de éste con la economía y la estética, lo cual, de acuerdo con Lina Bo, exige simplicidad de formas y acabados coherentes. Dicha oportunidad da pauta para generar expresiones artísticas de cierta autenticidad y sin regresiones sentimientales.

Lina Bo abogaba por un cambio en diseño de mobiliario e interiores que vayan de acuerdo con los planteamientos del modernismo, escribiendo en la revista Domus el artículo ‘Disposición de los espacios interiores’ hace notar la incoherencia de introducir detalles con diseños marcados por el academicismo a espacios que poco tienen que ver con planteamientos del viejo mundo cuya filosofía de diseño es completamente distinta a lo que el ser humano de esa nueva época necesita.

A pesar que dicho artículo fue escrito el siglo pasado en la actualidad dicha problemática sigue viva y latente. Muchos insisten en traer al presente reminiscencias que poco responden al clima, la sociedad, el entorno y las necesidades de los seres que vivimos en 2018. Se insite en crear sin ser crítico ni sensible a la realidad.

Los habitantes y diseñadores siguen indiferentes a la realidad de la situación.

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Diseño en México y miedo a equivocarse

--Originally published at Identidad digital

Durante mis cinco años de carrera y desde hace tiempo atrás me sudan las manos y el corazón late más fuerte cuando se trata de expresar una de mis ideas.

El enfrentarme a la crítica me da pavor. Siento como el espacio se llena de juicios. Quisiera no estar presente en el momento de la crítica.

La crítica, la que corta más que una navaja afilada, la que lastima el ego.

Considero que la crítica como tal no es mala pero hay que ser lo suficientemente sensibles para saber cómo y en qué momento expresarla

Con la crítica viene el saber del error. En mi educación mexicana el error es castigado. Las miradas agresivas con un poco de lástima y pena ajena te juzgan generando un sentimiento de culpa por haber cometido el error.

A veces se aprende del error a veces hay que recurrir varias veces a él para entender.

Está bonita la idea de dejar que los jóvenes y los no tan jóvenes puedan equivocarse cuantas veces quieran sin que nada pase ¿pero hasta dónde está bien equivocarse?

Como seres sociales vivimos en comunidades, nuestras acciones repercuten de alguna  otra manera, en un nivel u otro en la vida de la gente que nos rodea.

Como diseñadxres y arquitectxs tenemos responsabilidades con la sociedad, con el mundo. Un error puede afectar el desarrollo de otro humano, su experiencia, sus rituales.

¿Hasta dónde es permisible equivocarse? ¿Cuándo y bajo qué condiciones? ¿bajo qué contexto?

 

 

 

 

 

 

Cuando el gel de ducha en crema se termina

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Cuando el gel de ducha en crema está por terminar se escuchan sus gritos de agonía antes de dar el último esfuerzo. Aquel equipo de envase y líquido da todo lo que le queda soltando un grito ahogado que más que grito parece una flatulencia sonora que despide un agradable olor.

Cuando el gel de ducha se termina las lágrimas inundan mis ojos, aquel grito desesperado me transmite la agonía del envase, está a punto de convertirse en un envase de pet vacío, sin propósito en la vida, todo lo que tenía dentro, todo su valor, paulatinamente va disminuyendo hasta que no queda nada, su dolor empieza cuando lo voltean de cabeza para que así sea más sencillo exprimir la vida que le queda dentro. Después de mantener aquella posición durante cierto tiempo lo estrujan por su parte media, le hunden los dedos y lo aprietan para que vomite todo lo que queda de aquel preciado gel, el gel sin ánimos de nada se deja llevar, permite que lo unten en un cuerpo ajeno, el gel al estar en contacto con el agua se va transformando en una sustancia más ligera, se empiezan a crear burbujas, su metamorfosis comienza, aquel bello estado culmina resbalándose por el cuerpo, el cual vierte agua para dejar que la espuma fluya y siga su camino, que baje por el vientre, que pase por las piernas, por los pies hasta terminar en el piso de la regadera donde después, por medio de la gravedad, es llevado hasta la coladera.

Todo esto lo presencia el envase, el cual está de cabeza, lo cual hace que sea una escena aún más grotesca,  el gel de baño que aún queda en su interior se acumula y se precipita para poder salir de él, el envase se da por vencido y deja que el hombre haga lo que quiera con lo que queda de su alma.