La responsabilidad del turista

--Originally published at Del habitar y sus cosas

Se diseminan por las calles, ayudados por textos, guías y aplicaciones, caminan con bocas abiertas y aparatos listos para capturar la escena.

Con variados niveles de conciencia hacen caso a señales y letreros, detienen su peregrinaje de vez en cuando ya sea para descansar un poco o para tomar fotos.

Las redes sociales son sus mentores; van a los lugares obligatorios tomando fotos en los ángulos y poses ya clásicos. En ocasiones se valen de artefáctos tales como el ‘selfie stick’ para lograr mejores resultados. No seguir aquel ritual es como ni siquiera haber viajado.

Muchos consumen la cultura del sitio sin estar al tanto del por qué de su vista. Esto lo hacen miles y miles de turistas hasta reducir a la ciudad a la calidad de ‘parque temático’. Hasta enfadar a los locales.

Se llega a un punto de locura donde a las ciudades se les acota tanto que terminan siendo una pantomima cursi del resultado del estereotipo de una cultura.

De esta manera el turista desvirtúa las ciudades, expirimíendolas hasta el cansancio. Contaminándolas con su desinterés e ignorancia. Convirtíendolas en un relato tres pesino que se cuenta con afán de presumir o para darse aires de conocedor o para tachar un punto en un mapamundi colgado en la habitación que posteriormente se convierte en un post en alguna red social con hastags como #conquistando al mundo o #globtrotter.

Sin atisbo de arrepentimiento la historia se repite una y otra vez.