NECESITO IR

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Estoy hasta el cansancio de la rutina, de despertarme entre las 7 y 8 de la mañana para desayunar a las 9; de bañarme a las 10 y hacer mis tareas a las 11, de ir a la escuela a las 12 y salir a las 6; de usar mi computadora a las 7 y de cenar a las 8; de usar nuevamente mi computadora para después dormirme a las 11.

ESTOY HARTA. Estoy harta de ver las mismas cosas, los mismos lugares y a las mismas personas. No es que no aprecie nada de lo que tengo ni a nadie que está en mi vida, simplemente estoy harta. Necesito un cambio, necesito ir a otros lados, conocer nuevas personas, hacer cosas diferentes, hablar otro idioma.

Necesito ir y descubrir quien soy realmente, necesito ir para aprender nuevas cosas, necesito ir para cuidar de mi salud mental, necesito ir y encontrar la motivación para realizar mis sueños porque si sigo en el mismo lugar en el que estoy lo veo dudoso.

Dicen que los millennials tienen esta pasión por explorar y aprender cosas nuevas, de no quedarse encerrados en un solo lugar por siempre. Están preparados y listos para realizar cambios. Yo amo los cambios. Amo mi país, mi cultura y la gente que hay aquí, pero no me basta, quiero amar otros países, otras culturas y otras personas. Creo que el mundo es demasiado grande y que existen tantas cosas que no sabemos, gente extraordinaria que no conocemos.

Hay tantas cosas por hacer que a veces no alcanza una vida para experimentarlas, entonces porqué quedarnos en el mismo lugar todo el tiempo, porqué matar esa sed de conocimiento para satisfacer el conformismo, porqué encerrarnos dentro de cuatro paredes en lugar de salir.

Creo que todos en un punto de nuestra vida necesitamos ir.


ESTRÍAS Y OTRAS COSAS NATURALES DEL CUERPO

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1. Estrías. No recuerdo muy bien cuándo me salió mi primer estría, es más, probablemente ni siquiera recuerde a qué edad ni en dónde. Lo único que sé es que siempre han estado ahí: en mis piernas y estómago. Cuando era niña no les prestaba atención pues no me parecía que fuera algo raro, ya que mi mamá también las tenía. Después al entrar a la secundaria y estar rodeada de un frenesí de belleza y estándares sociales, me  asusté de ser la única que las tuviera. Me aterraba la idea de tenerlas y más de que vieran que las tenía.

Recuerdo que mis amigas empezaban a comprarse cremas/pomadas que desvanecían las estrías. En la tele salían comerciales donde personas con aparentemente la piel perfecta, hablaban de cómo su vida había cambiado al quitarse marcas tan nefastas como estas. Y si se te veían, las personas no perdían la oportunidad de remarcarlas con comentarios inmaduros y claramente estúpidos.

2. Vello. Después comenzaron a hablar de depilaciones y cómo es que las niñas nos vemos más bonitas sin vellos. Siendo una niña con muchos pelitos en los brazos, me deprimí por oír cosas cómo: “Tienes más pelos que yo y soy hombre” ó “Que asco con las niñas que no se depilan”. Fue tanto mi miedo de ser tratada mal por el simple hecho de no depilarme los brazos, que me empecé a tapar. Usaba blusas de manga larga, chamarras, suéteres y todo aquello que me pudiera cubrir. No me importaba si hacía 30 grados (vivo en gdl), yo siempre llevaba mi suéter puesto.

Y de ahí veías comerciales, pósters, pancartas y demás de personas si ningún vello en su cuerpo, depilándose. Hablando de que la mujer se ve hermosa luciendo piernas, brazos, axilas y cara sin vellos.

3. Acné. Ese fue el siguiente tema de conversación de las niñas de 14 años con las que convivía a diario. Algunas de ellas sufrieron de este problema y aunque todos entendíamos que era por nuestro desarrollo como adolescentes, muchos juzgaban. Si tenías granos te daban apodos denigrantes o hirientes. Te veías mal si no usabas maquillaje para tapar tus imperfecciones. Yo realmente nunca tuve problemas como el acné, pero sí me salían granitos de vez en cuando y sentía que llamaba mucho la atención.

Y claro, no faltaba la campaña de aquella marca famosa de maquillaje que traía nutrientes y químicos para eliminar tu acné. Entre más lo usaras, menos granos tenías. Y así veías a todas las niñas con su polvo compacto. No digo que esté mal usar maquillaje para tapar alguna que otra imperfección, porque yo también lo he hecho, si no que sintamos que es la única forma de sentirnos bien con nosotras mismas.

Es ahora, a mis veinte años donde esos temas ya ni me preocupan, sin embargo me entristece saber que crecí de esa forma. Me entristece saber que existen estándares que arruinan el desarrollo emocional y psicológico de niños y niñas, que sirven solo para encajar. Es la etapa más difícil de una persona pues empieza a descubrir su cuerpo, su sexualidad, sus gustos, básicamente a sí mismo, y aún así los bombardeamos con estos modelos genéricos. Lo peor de esto es que uno se da cuenta de que está mal mucho después de haber sufrido por tratar de seguir a los demás. Después de haberse lastimado de cualquier forma a sí mismo. De reprochar y reclamar no haber nacido como los demás.

Crecimos con una venda en los ojos pues la realidad es otra. Las estrías, los vellos y el acné son cosas naturales que todos tenemos en algún punto de nuestra vida. Nuestro cuerpo pasa constantemente por cambios y no debería de preocuparnos si es algo que la sociedad acepta o no. Veo a personas de cuarenta años estresándose por el hecho de tener canas, o de tener arrugas o por la pérdida de cabello. Vivimos intranquilos y cansados por estar constantemente tratando de arreglar aquello que es inevitable que nos pase.

Lo única solución que encuentro, es hacer las paces con tu cuerpo y dejar de escuchar lo que otros quieren que seas.