Cuestión de talla, no contexto

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La arquitectura de un lugar mucho depende de diferentes factores entre ellos la tecnología, contexto y materiales.

Debido a los adelantos tecnológicos la forma en la que se crea arquitectura se ha modificado. Desde hace un poco más de cien años se han utilizado materiales y tecnologías que favorecen la creación de estructuras de gran escala, esas a las que llamamos- como diría Koolhaas- edificios grandes, aquellos que parecen multiplicarse por todas partes del globo, que son similares a pesar de estar en contextos sociales, políticos y climatológicos muy disimiles.

Dichas masas, debido a su magnitud y la falta de criticismo en su concepción han sido espacios que se pretenden tratar como cualquier tipo de arquitectura. Sin embargo las mismas estructuras dictan lo contrario, los edificios grandes salen de proporción, las escaleras ya no son lo más factible en cuestión de circulaciones, la ciudad se vuelve un mero contenedor con poca relación con el edificio, se crea una identidad extraña, mezclada. Intentando encajar o no en el contexto de una ciudad y crear espacios adecuados para su uso en el interior.

Como menciona Koolhaas en su escrito “Delirio de Nueva York” los edificios entran en un ámbito amoral debido a su tamaño, su impacto no depende de su calidad.

Soy partidaria de la utilización de la tecnología para mejorar la vida, la arquitectura, la ciudad sin embargo pareciera que los adelantos tecnológicos y la capacidad crítica de la mente de los aquellos responsables de los edificios no van a la par, pareciera que aún no está resuelta de manera adecuada la relación entre integración y concentración.

Nos queda preguntarnos y proponer soluciones para crear arquitecturas integrales, flexibles pero con carácter. Pensar en cómo solucionar los edificios y crear o modificar aquella disciplina que se encargue de proponer resultados coherentes respecto a la concentración e integración.