Pago justo por diseño

--Originally published at Del habitar y sus cosas

En ocasiones es difícil percibir el valor que un profesional aporta cuando se trata de un servicio, de cierta manera impalpable o de algún ramo que no conocemos. Tal es el caso del diseño: de difícil lectura en ocasiones y poco explorado por los no diseñadores.

Al ser la estética un tema poco valorado en la educación elemental la población general puede crear nociones falsas respecto a esta, pueden llegar a creer saber de la materia por pura intuición sin detenerse a estudiarla.

El diseño no solo es un plano, un dibujo o seleccionar una paleta de materiales, implica estudio, investigación, experimentación, creatividad y sensibilidad para proponer una solución adecuada a una situación puntual.  

Existen personas que dedican gran parte de su vida a esta labor sin embargo es tan poco apreciado el rubro que en ocasiones el servicio se regala, se prostituye y se realiza sin considerar las repercusiones que esas decisiones individuales tiene en el gremio.

Por ejemplo, es éticamente incorrecto regalar el trabajo, es injusto para los colegas y para la misma persona que lo está haciendo ya que se perpetúa la idea de que el diseño no tiene un valor como tal y que existen otras disciplinas u objetos más directos con mayor importancia.

Al diseño como a cualquier otra práctica se le debe dar su lugar como disciplina y cambiar ciertas costumbres que se han generado desde adentro, tal es la lucha de egos, muy presente en el diseño, algunos profesionales de la materia están empecinados en darle importancia solo al aspecto que ellos estudian y realizan, demeritando otras facetas de la materia. Cuando en realidad deberíamos cooperar unos con otros y realizar soluciones integradas, que estén pensadas desde los diferentes ángulos del diseño e incluso de otras disciplinas que no hacen más que enriquecer el producto final.