SER MUJER EN MÉXICO

--Originally published at h e y i t s d a n y

Ser mujer en México no es fácil, vivimos constantemente bajo la mirada del patriarcado. Somos inferiores, no estamos a su altura. Somos culpables de aquello que no pase: un piropo, un chiflido, una nalgada, algún insulto, que nos enseñen el pene sin pedirlo, que nos asalten y que nos violen. No importa cómo nos veamos ni quiénes seamos, nunca estamos a salvo. Caminar por la calle te aterra por el simple hecho de que hay hombres en la banqueta opuesta. No podemos usar la ropa que nos gusta y salir a caminar, tenemos que cubrirnos porque se nos ha enseñado que es la única manera de “protegernos” de los extraños. Porque si estamos usando ropa que muestra un poco de piel, nosotras lo estamos pidiendo a gritos. No podemos disfrutar de maquillarnos o no maquillarnos, porque por ambas recibimos insultos. “Solo las feas usan maquillaje” “Qué asco, no se arregla” “La de la boquita roja” Te tratas de defender y se ríen de ti, porque saben que te da miedo.

Esto pasa en todos lados, no solo en la calle. Pasa en las plazas, en las universidades, en restaurantes e incluso en nuestra casa. Sí, en nuestra casa. Hemos internalizado este comportamiento social, desde pequeños aprendemos a decir cosas como “corres como niña” ó “gritas como niña” ó “le pegas como una niña”. Lo aprendemos en nuestras casas, en la escuela, en el parque y con cualquiera que viva en este país. Porque ser mujer en México es denigrante, es ser menos, es ser estúpida, es ser hormonal, es ser huevona, es ser ilógica, es ser un objeto sexual. Tanto hombres como mujeres viven del patriarcado, porque TODOS hemos dicho alguna vez algo para denigrar a la mujer. Puede ser algo tan sencillo como decir “puta”.

A los 10 años, un compañero me tocó la pompi y orgullosamente se lo dijo a todos. Lo único que pude hacer fue llorar hasta que la maestra me sacó del salón y preguntó qué pasaba. Cuando tenía 12, un niño me agregó en messenger y después de platicar por unos minutos, me mandó foto de su pene. A los 14 un compañero me dijo puta por el simple hecho de defender a una amiga. A mis 15, un tipo me tomó una foto y se burló de mi con sus amigos. A mis 16 años, un limpiavidrios se acercó a mi ventana y descaradamente me dijo “¿Eres caperucita? Porque te va a comer el lobo”, lo dijo en frente de mi papá. A mis 17 mi maestro de química, nos tomaba fotos de las piernas y nos grababa durante presentaciones. Simplemente el otro día entrando a la universidad, un tipo me volteó a ver y dijo “que buena”. ¿Creen que es divertido? NO LO ES. Es nefasto, es asqueroso, da miedo y lo peor de todo es que al final del día te sientes culpable. Porque eso es lo que nos han enseñado.