¿Qué aprendí debiendo dinero?

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La culpa es una droga. Tiene un efecto instantáneo, está a la vuelta de la esquina y no tienes que hacer nada más que entregarte a ella. La culpa es la perfecta justificación y una de las ilusiones más creíbles.

Sentir culpa hace que te pierdas de la vida cómo es, te mantiene en un lugar sin tiempo y espacio, es un lugar etéreo en donde la realidad pasa enfrente de tus ojos y eres incapaz de sentirte vivo en ella, es dormir despierto.

Aprendí que uno es el único que siente ansiedad y depresión, aprendí que no es algo que me gustaría expresar y compartir; que no es un ejemplo que quiero dar. Aprendí que no hay prisa ni necesidad de hacer todo perfecto porque es el proceso en sí el punto a donde se va. A tratar las cosas con cariño para disfrutar de su existir.

Aprendí que llorar es de valientes. Que una de las expresiones más puras de amor es el llanto, que es el dolor de sentir autoperdón. Aprendí que no es cansado estar concentrado cuando estás de acuerdo contigo mismo.

La culpa, al igual que todo, es justa y necesaria. Honrar el aprendizaje que deja, permite reconocer cuando está presente en uno.

La culpa tiene un efecto tanto interpersonal como intrapersonal, te afecta estando sólo y te afecta a la hora de relacionarte con otros. Te hace creer que tienes que ser algo para ser aceptado, cuando en realidad no puedes no ser, entonces se crea un fuerte conflicto existencial y uno se divide en dos, está el/la que cree que tiene que hacer algo y el/la que nunca puede hacer lo que la otra parte cree. Las dos son ilusiones.

El arte nos recuerda quiénes somos y por qué. No sabemos en palabras

que es, pero lo podemos sentir; he de ahí la importancia de la música, el teatro y la danza, se abre un portal durante la vibración generada al expresarse al cual uno puede entrar y volver al presente.

La culpa es de todos, por eso es de nadie.

Deseemos los mejor.

Jp.